jueves, 6 de diciembre de 2012

Curso FILOSOFÍA DE LA COGNICIÓN - Lección 2

-El problema del tiempo en la formación de la conciencia.-
2da lección del curso de "Filosofía de la cognición" liderado por Bruno E. Maduro.


jueves, 29 de noviembre de 2012

martes, 27 de noviembre de 2012

PROMO Curso de filosofía de la cognición

Video promocional del curso de Filosofía de la cognición, estaremos iniciando desde el 29 de noviembre... NO TE LO PIERDAS!!!


jueves, 1 de noviembre de 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

jueves, 18 de octubre de 2012

El Igualito...

Tomado de "LA CASA, Relatos"

*El siguiente video contiene el texto denominado "El igualito", de autoría y narración de Bruno Maduro.


jueves, 20 de septiembre de 2012

LAS PEQUEÑAS TIRANÍAS (SEGUNDA PARTE)


*El siguiente texto  es la segunda parte del texto " Las pequeñas Tiranía", publicado el 13 de Septiembre de 2012 en Oikn  , por  Bruno Maduro Rodríaguez.




Tira cómica de Garfield


¿Cómo hacemos para identificar esas tiranías domésticas? ¿Cómo se expresa un pequeño tirano?

Un pequeño tirano no cree en la igualdad de las personas. Define al hombre como un productor de intereses egoístas en plena competencia con el otro, que es él; por eso alimenta permanentemente el conflicto y lo hace considerándose siempre un ganador. Así, cree que cuando llega el momento necesario puede constreñir al otro, ejerciendo la posibilidad de su jerarquía para someter a los que pueda hacer sufrir. En una macrohistoria, los pueblos han sufrido los totalitarismos hasta el cansancio; en las pequeñas tiranías, al igual que las de tamaño general, el tirano desea someter y castigar y ­­sostenerse en “su” micropoder.


Un pequeño tirano posee un discurso, aunque a veces simple, que justifica sus hechos sádicos frente al otro, al igual que los totalitarismos de Estado que poseen ideologías y planes de lucha para justificar las masacres, las torturas, los despojos, los saqueos, el sometimiento; de igual forma los regímenes domésticos tienen ese tipo de lenguaje sustentador, muchas veces poco elaborado racionalmente pero no menos persuasivo y justificante, diseñado con la misma lógica de la dominación de los discursos ideológicos de Estado. Los argumentos buscan la misma eficacia que en las tiranías de estatales, tratan de buscar adhesiones de las personas a su alrededor, crear dogmas en torno a su conducta oprobiosa. A través de la seducción y la persuasión, tratan de evitar con sus argumentos la opinión aplastante en su contra, y quizás evitan al máximo la crítica veraz.

Sus métodos de acción están basados en la violencia doméstica que, no por ser doméstica, deja de ser macabra; ésta, al igual que la violencia de los pueblos, se diferencia de aquellas en grados y no en esencialidades. El pequeño tirano utiliza con prontitud la ofensa, la injuria, el improperio para imponerse. Los instrumentos básicos de esta metodología de la maldad son la fuerza y la coerción, el insulto, la humillación, los celos, la injuria, la envidia crónica, la afrenta y, por supuesto, la venganza. Lejos de manifestar una impulsividad controlada de sus deseos, su belicosidad planificada se despliega hasta que consigue su finalidad: ocasionar daño y sobre todo dolor al otro para sentir satisfacción.




Este tipo de personajes de la vida diaria por lo regular poseen un código de honor, consecuencia del mundo artificial en el cual vive y que los hace sentirse por encima del otro, por eso buscan la fama y la vanagloria, el ejercicio del poder, así éste se dé en el ámbito doméstico o local; los pequeños tiranos tratan de rasgar ya no la historia universal sino la memoria micro-histórica de la red donde se mueven para dar lugar así a una demostración de su capacidad de fuerza y publicitar el fundamento de una constante competencia en la que  transcurre su vida cotidiana. A toda costa buscan el prestigio personal a través de montajes, chantajes y hostilidades que los coloquen por encima de aquellas personas que están o pueden quedar sometidas bajo su control ya sea funcional o total.

Mientras el tirano político ve en la fuerza coercitiva y totalitaria un arma para hacerse sentir bajo cualquier criterio, obligando a la mayoría a proseguir sus caprichos, sus    deseos, sus ideas (así sean precarias), el pequeño tirano también intenta conseguir su objetivo principal que no es más que el dolor ajeno de quien depende de él, ahí estas propiedades básicas de su empresa de crueldad. Por eso utiliza la práctica de los suplicios domésticos e incursiona frecuentemente con una nueva moda de maldad en el territorio que afecta a aquella persona que necesita, ya sea coyuntural o permanentemente, de sus funciones o servicios o quizá de su ayuda.

A estos pequeños monarcas del totalitarismo cotidiano lo más frecuente es que no les interese el disenso dentro de su territorio y, por eso, detestan el sano argumento, la sabia palabra, el discurso donde impere el intercambio de ideas generosas. Así, rechazan el marco de la reciprocidad pues afecta  directamente sus caprichos, su plan de violencias y castigos; cualquier idea que reproduzca estos géneros de solidaridad efectiva es reprimida con prontitud.

El déspota doméstico no cree en la libertad que poseen los otros como personas iguales y libres; esto para él es una ficción, un argumento vacío de hechos prácticos; la única libertad que defiende y justifica es la de él como persona o aquella que beneficie directa o indirectamente su voluntad interesada y egoísta. Su obrar, entonces, busca con regularidad el impedir que los otros ejerzan plenamente su libre querer y así, planea resistencias, genera tropiezos y crea las dificultades necesarias que lo hagan sentir dominante en una relación intersubjetiva. A toda costa implanta la ley del sí mismo como único criterio de acción. Que Dios nos ayude a identificar a estos déspotas y salir bien librados de ellos cuando desafortunadamente hayamos caído en su imperio o en la tolda de sus garras.

Bienvenidos los héroes que logran resistir estos productos frustrados del mal humano.