*El siguiente texto es la primera parte del ensayo literario convivir para contarla, de autoria de Bruno Maduro Rodríguez .
1. DIGNIDAD
Metamorfosis de Kafka/ Miguel Corchero |
Los teóricos de la filosofía política y los abusadores de la teoría jurídica han desgastado esta palabra. Cuando alguien me habla de ella me acuerdo de El Proceso de Kafka: Su personaje, K., tratando de averiguar la causa de por qué lo tienen en un juicio, quién es su tribunal y por qué le debe tanto a un abogado inerme que supuestamente lo defiende pero que paradójicamente hace parte de ese oscuro sistema de poder. La dignidad humana vista desde el punto de vista Kafkiano, no es el concepto común que manejamos. Para el escritor, esta institución moderna está sometida a unas leyes diferentes a las promulgadas por la ciencias humanas y jurídicas; para él, la dignidad está sometida al abandono de la arbitrariedad, del laberinto sinuoso del poder moderno, a la escalera infinita y misteriosa que conforman las instituciones sociales de la cultura industrial sometidas bajo el concepto de empresa.
La dignidad no sólo se representa en Kafka como una acepción de tipo legal; el ojo del escritor está puesto no sólo en el estado, sino en la familia, la escuela, la empresa capitalista, el mercado común, la ciudad, la política y, por supuesto, en el individuo que ya moderno se auto aliena, enajenando su entendimiento.
Para delimitar este concepto, Kafka parte de un principio: el poder tiene una naturaleza de laberinto sin fin, de celdas confusas que tienen una entrada pero jamás una salida. Como institución laberíntica, atrapa a todos con una sujeción hipnótica, de tal manera que el subordinado no solo pierde el gramo de libertad y de derechos que posee sino también su capacidad de discernimiento, el entendimiento de lo que es o no adecuado, su llamado humano a deliberar como también su condición cognitiva de crear diferencias con sus posturas autónomas que lo identifican como un ser único. Para Kafka, la institución es un mecanismo que obedece a programaciones, a prefabricados sociales al cual el individuo debe únicamente adaptarse y someterse incluso, aun si bajo este sometimiento, le corresponde dar su propia vida.
La dignidad kafkiana es paradójica pero a la vez es el mejor retrato de la condición de la persona humana contemporánea pues no solo culpa al estado de derecho de esa naturaleza laberíntica del poder sino también a otras instituciones de la sociedad. La familia por ejemplo hace parte de este complot en contra de la verdadera humanidad del individuo moderno, pero no el modelo de familia cristiana sino el modelo tiránico, omnímodo y utilitarista que ha fabricado la empresa capitalista en nuestro techo. Cuando Gregorio Samsa, el personaje de la metamorfosis, cae en la cuenta de que es un inútil, se agobia y se deprime, sabe que dejara de ser valorado por su familia y sus amigos, sabe que ha perdido su condición ante la institución, ha sido degradado por la enfermedad a un estadio menor que la de un paria hindú. Asimismo, su familia ve en Gregorio ya no el hijo querido, el hermano admirado o el colaborador leal, empiezan a mirarlo como la peor carga que han tenido, lo peor que le ha podido pasar, la familia, antes beneficiada, ahora se transforma en la devoradora y segregadora por excelencia. Gregorio ya no es el joven que trae el sueldo de su oficina y lo vierte en beneficios de los miembros, el ahora es el estorbo y su condición y dignidad están siendo revaluadas. Por otra parte en la Carta al padre, vemos desde otra situación la misma condición kafkiana de la dignidad paradójica del moderno, un hijo que necesita decirle todas las injusticias que su padre comete con el, lo tiránico que es, lo malvado que somete a la familia, un hijo que no tiene voz pero si sentimiento y cuyo único canal para expresarse es su intimo pensamiento el cual nunca el padre va a conocer, la Carta es el sinónimo de una queja sin esperanza, de una dignidad sin garantía, de una pequeña dictadura.
La dignidad kafkiana se complementa en el ámbito domestico también en la empresa organizada únicamente para el dueño y empresario quien valora solo aquellos que le son útiles, la oficina moderna retrata esa situación, en la oficina al igual que en la familia se han invertido los valores de la condición humana, la oficina solo te solicita un área de tus capacidades, para que ella se rutinice y se vuelva productiva, la oficina como empresa te exige brutalización de los otras capacidades, entontecimiento de lo que no es productivo, la oficina te coarta la iniciativa hacia lo trascendental, lo emocional, lo intimo, lo bello, lo contemplativo, lo universal, lo histórico, lo memorable. La oficina significa para Kafka lo contrario a la dignidad.
Familia y oficina son ejemplo de lo inconsistente que es la modernidad, puede el hombre liberarse de ellas, o puede salir de ellas, ahí consiste lo trágico de la obra kafkiana, pero esta tragedia es mucho peor que la griega y la de Shakespeare, esta tragedia es real y el personaje somos todos los que de una u otra manera dependemos del mundo moderno, un mundo que se erige bajo un concepto mítico y paradójico, el concepto de dignidad.
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