jueves, 13 de septiembre de 2012

LAS PEQUEÑAS TIRANÍAS


*El siguiente documento es la primera parte del texto "Las Pequeñas Tiranías" de la autoría de Bruno Maduro Rodríguez.





Thomas Hobbes, por allá en la década de los cuarenta del siglo XVII dejó estupefacta la tradición moderna al instaurar la expresión, por cierto muy literaria “la guerra de todos contra todos”. Para el inglés esta situación describe el estado más precario que puede sucederle al hombre, un estado en el que, literalmente, el ser humano se halla inmerso en una completa inhumanidad, en la cual todos exigen lo suyo como lo justo y en donde el concepto de justo depende de las pasiones de cada cual; este estado de guerra, Hobbes lo denominó estado natural, o sea, estado de conflicto permanente, de violencia y sadismo, de temor e ira en el que las cosas humanas, empezando por el hombre mismo, no tienen valor. La tradición social montada sobre este tipo de vida no es más que un hábito permanente del conflicto, una forma precaria y constante de acostumbramiento a las bajas pasiones, una actividad eminentemente bestial en la baja empresa de la crueldad.

Una visión de conjunto social, una videncia casi geométrica, indujo al inglés a prefigurar la ficción del estado natural como forma elemental de la sociedad humana. Si hemos de creerle un poco, podemos afirmar con él, que una posibilidad del hombre para superar ese estadio de conflictos es dándose al otro. No estoy de acuerdo con Hobbes en que la solución sea que este dar consista en un voluntarismo que justifique la tiranía y el oprobio del absolutismo de Estado; en últimas, creo que el darse al otro puede llegar a significar ceder al otro lo que uno cree que puede maniobrar con sadismo.

Pero no me interesa inmiscuirme en la tan trasegada teoría política del inglés; me interesa referirme a algo bien claro que está situado en su obra: el lobo humano, pero no ese lobo que reside en el Estado ficticio de los iusnaturalistas, lugar que, entre otros casos, no existe ni existió en la forma como la describieron los naturalistas en lugar alguno o en algún momento histórico. Me interesa el lobo humano del ahora que sobresale en las pequeñas cotidianidades de los comunes días de la sociedad civil actual en la que vivimos, la que produce verdaderas historias. Esas microhistorias que, reunidas todas, aplastarían la llamada historia universal y la harían ver como un solo planeta en medio del universo. Me interesa referirme a las pequeñas tiranías, las domésticas, las que no tienen corte real ni poseen Gobiernos extensos, las que no estructuran su jerarquía en los mundos del poder del Estado; las tiranías cotidianas, las familiares, las comerciales, las de las empresas, las que puede ejercer cualquier persona, con algo de rango cuando, en el momento en que se le presenta, realiza el control sobre las acciones o el querer del otro o los otros y así se da el placer de hacerse sentir como un ser totalitario.






Todo totalitarismo es hedonista, es decir, que el totalitario se place en ejercer su acción perversa sobre la angustia de otro. El hombre totalitario cree poseer el dominio completo, presente y futuro, del lugar donde él actúa. El totalitarista vive embebido de su endiosamiento, ejerciendo su voluntad a su antojo desproporcionado sobre el finito espacio de la voluntad que somete. Cuando un totalitarista llega a la autoridad del estado o a cualquier cargo de importancia, entonces practica en masa lo que ya había venido ejerciendo en el pequeño universo donde antes se movía como individuo. La vida cotidiana, la que usufructúa el , el yo y el nosotros, está repleta de muchos de estos hombres que ponen a funcionar su crueldad en el momento en que puedan hacerlo, en el momento en que puedan adjetivar las condiciones con su nombre y su eficacia sádica. Estos seres de la cotidianidad son tan malvados como Stalin o Hitler, la única diferencia entre éstos y aquellos es de cantidad pues su sentir está lleno de los mismos rencores que propulsaron a aquellos memorables asesinos de la humanidad a conducir máquinas de barbarie.




No hay comentarios:

Publicar un comentario